En los últimos
años, y pese a que las formulaciones químicas que se comercializan
de cloro están muy mejoradas, hay una cierta alarma respecto a cómo
puede afectar el cloro de las piletas en la salud de los bañistas.
En concreto, a los efectos de irritación en los ojos o la piel,
parece que se podría sumar un riesgo de problemas respiratorios.
Estas informaciones han generado una
cierta alarma social pues apuntaban a una relación entre el cloro y
el asma en los niños. Un dato que de confirmarse resultaría
preocupante porque son precisamente los niños quienes más uso
suelen hacer de las piletas y quienes menos protección tienen.
Tras algunos estudios están
importantes y prestigiosas asociaciones de neumólogos, con datos que
apuntan a un aumento de incidencia de asma en los niños menores de
seis años que frecuentan las piletas. Sin embargo, estos informes
hacen alusión a instalaciones en las que hay un exceso de presencia
de cloro en el agua, no a las que tienen unos niveles bajos.
La explicación científica es que en
la capa más superior del agua el cloro en contacto con el aire se
generan partículas de cloramina, una sustancia que afecta al
epitelio pulmonar pudiendo acabar en un episodio asmático. En el
caso de los niños con predisposición genética puede provocar la
aparición de asma.
Como vemos, son muchas las matizaciones
al dato inicial por lo que el riesgo es menos grave de lo que podría
parecer en la primera afirmación. Pero, aun así, no está de más
tomar precauciones.
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